Hoy me levante en una especie de luto, algo me faltaba, aunque realmente no sabia lo que me sucedía, me bañé, me vestí y me fui hacia el centro de Medellín, una hora después desayune y me di cuenta de que casi no había mediado palabra, indagué dentro de mi interior, converse con mi consciencia (la tengo encerrada en un calabozo oscuro de mi mente y le doy un paquete de cuido para perros cada 2 semanas) y le pregunte que era lo que pensaba me sucedía, la respuesta fue aleatoria: la vida, los amigos, las mujeres, cualquier cosa. Media hora después, camine por las calles de Carabobo y ahí estaba: un televisor lcd grandísimo, apagado, sin alma, perdido entre la gente, fue entonces cuando me di cuenta de que todo mi luto correspondía en realidad a que no habían partidos del mundial, digamos que viví la post depresión al mundial antes de que se acabase, caí en cuenta entonces de que sufría un síndrome de dependencia por los partidos y que ante su desaparición mi cuerpo me cobrara aquello.
El día siguió su rumbo, el síndrome de abstinencia mundialista creció, me encontraba drogadicto, empobrecido mentalmente por la droga del futbol, he pensado en entrar a algún centro de rehabilitación especial para drogadictos del futbol, confieso que me encuentro buscando opciones, aunque el viernes recibiré una nueva dosis y quizás se me pase de manera momentánea.
Quizás el mundo se acabe en el 2012, quizás no, quizás este diciembre pase algo raro, quizás descubran la cura del cáncer, del sida y hasta la terrible enfermedad que le impide escribir de manera normal a nuestro próximo presidente del congreso; miro el futuro como un lugar distante, ya no como lo que pasará algún día, sino como lo que pasara después de la final del mundial.
Pd: dicen que si se pone el sonido de las vuvuzelas al revés, se escucha a Benedetti cantando mientras se baña.