La vida esta compuesta por unos finos hilos que la anclan hacia un sitio seguro, dichos hilos, se componen básicamente de toda una cantidad de metas, pretensiones, hechos vividos y, porque no, de ilusiones. Para mí el hilo mas fuerte y poderoso de todos es el amor hacia una mujer.

Pero sucedió que, ese hilo, el que era el mas importante de todos, se fue hilachando lentamente, en un proceso concebido, profético, es decir, en una especie de situación que se sabía devendría en su desaparecimiento.

Esa situación no fue mas que la manera como, a pesar de la lucha constante, fui perdiendo el interés por algunas cosas “fundamentales” de la vida, la exaltación producida por la batalla que se prolongo en el tiempo y que puede llevar a cualquier ser humano a un “estado máximo” en el cual solo sea posible la derrota de una sola cosa, la satisfacción de una sola idea, la polarización absoluta, y en ultimas, aquella palabra precursora de todo principio y fin, de la derrota del agua y de la sangre: autodefensa.

Mi profesión por excelencia ha sido defenderme, de quien?, de todo, de todos, de la enfermedad, del destino, de la fatalidad que me acusa con cara de cuervo, de la sombra que se cierne sobre mi cuerpo de vez en vez para decirme que la excepción es la vida, y la normalidad la muerte, aquellas alarmas que acusan las agujas de mi cabello, aquellas punzadas dolorosas, los valores altos de las malas proteínas, y en síntesis, todas las situaciones que generan en mi la necesidad de elegir escoger “la lucha” como lo primero, y dejar otras cosas en segundo plano, luchar contra las inclemencias propias de mi vida ha sido la causa de aquel debilitamiento del famoso hilo del amor hacia una mujer.

La renuncia del amor, si bien ha sido una consecuencia de prestar atención sobre cosas mas importantes, ha sido en mi el acto de libertad mas grande, renunciar al amor es, quien lo dijera, la renuncia de mi mismo, la huida hacia los lugares mas utópicos y surreales, el rompimiento del lazo que la sociedad impone sobre nuestra forma de vivir y de pensar: ver la vida como un acto de exhibición, de supremacía, en el cual uno vale por lo que tenga o mejor aún: por quien esté y no sencillamente por el hecho de ser un ser humano como tal.

Ahora, en cumplimiento de ese sentimiento de liberación, y teniendo en cuenta que el hilo del amor se ha roto, puedo declararme sin lugar a dudas como un hipo sexual, como alguien completamente cerrado a la posibilidad que sugiere la atracción hacia cualquier genero, cualquier sexo, cualquier pasión, incluso, disminuida en el fondo de mi conciencia, todo eso ha significado el derrumbamiento de la piedra angular de mi vida, y el método sobre el cual baso absolutamente todo a partir de entonces: cada momento es sagrado, cada momento importa, cada color es una sonrisa, cada lluvia es única en mi vida, solo se vive una vez, pero todo lo anterior se vive mejor sin cadenas, sin pensar en que necesariamente tenga que amar, estando en un estado de felicidad representado por el espíritu de la vida cotidiana y no por el cumplimiento de una meta para ser feliz.

Entonces me miro al espejo, y lo hago sin necesidad de pretender ser feliz, sin obligación alguna con ese propósito inventado por un ser despótico y entupido al cual solemos llamarle sociedad, sin la costumbre de la planificación del tiempo en remplazo por la vivencia del tiempo, mirando el caminar pasajero y cotidiano de un pequeño pájaro que entró desde el árbol que queda al frente de la casa en un estado de tranquilidad, de sonrisa y felicidad porque si, porque el pájaro es maravilloso y porque no tengo que hacer nada, absolutamente nada mas allá, para notarlo.

Mi nombre es Juan, soy un ser humano con las falencias y debilidades de cualquier otro, no me importa si mañana muero, no me importa si tengo que amar a mujer alguna, no me importa si mi vida no es una apariencia, son las 2 de la mañana, veo un libro sobre una mesa distante, lo abro, huelo su papel, miro el color de su tinta, sus pliegues, y me pierdo, sencillamente me pierdo, porque quiero, sin saber si volveré, sin necesidad de nada mas..


Algún día, quizás, el accidente del que somos parte ataque mi estadía y si, quizás vuelva a amar..