Entonces, si bien no era el tipico Nerd y mas bien si era un muchacho muy payasito y que hacia reir, mi cuerpo de aquel entonces se prestaba para que alguno que otro abusador me tratara de mala manera, me insultara y hasta me buscara peleas, sin embargo, siempre les respondía con efusividad y en alguna que otra ocasión arremetí con las poquitas fuerzas que tenía.
La gente del colegio ya sabia que era un tipo de un temperamento racio cuando se le molestaba y que realmente no me importaba si el tipo fuera alto y de contextura gruesa, no me le quedaría quieto asi me mandase al hospital, aún (años despues) conservo ese extraño sentido de "me importa un bledo si me lesionan o me matan" en este tipo de situaciones literalmente soy capaz de hacerme matar pero sin dejarme vejar en mi dignidad. Tambien influye el hecho de que realmente no me importa la diferencia entre morir hoy o mañana para mi es lo mismo.
El tiempo pasó, y aquel flaco lo fue por un par de años más hasta que (despues de salir de una enfermedad y tratamiento) empezó a ganar peso y hacer ejercicio, ya no era un tipico flaquito chiquito sino mas bien un tipo de 1.77 y 80 kg.
Fuí al gimnasio y eso me ayudo para empezar a volverme un poquito "grueso", tarea que aún sigue y que le hago sencillamente porque me interesa convertirme en alguien absolutamente fuerte, como una lección para mi propia vida de que es posible vencer las adversidades. Lo hago cada día y muchas veces me lesiono porque no me importa mucho consumirme en el intento.
Sin embargo, y como una poderosa cosa a la cual solemos llamarle "justicia" cual fue mi sorpresa cuando caminando por las calles de Medellín me encontré con un antiguo abusador de aquellos del colegio, me saludó y lo primero que noté era lo pequeño que estaba en comparación conmigo, fue extraño que los papeles se invirtieran y que ahora (ya con una experiencia que solo las cosas malas que le pasan a uno pueden dar) mi mirada fuera totalmente dominante, casi amenazante, como si esperara cualquier satira absurda o comentario fuera de lugar para imponerme, fue raro que el tipo no se atrevió ni siquiera a reirse o hechar un chistesito sobre mí, ahora me sentía mejor y eso era sencillamente porque estaba en la otra vertiente de la ley del mas fuerte, ahora yo era el fuerte, ahora yo era el peligro, ahora yo era a quien debia que temerle. Sé que lo anterior causa cierto estupor y tambien ciertos rebates propios de la moralidad, pero me sentí tan bien que volvería a repetir la experiencia.